La casa de la palmera.
Palabras que he repetido y no han parado de sonar en mi cabeza desde que se
nos planteó el proyecto.
Posiblemente “estoy
bloqueada” también sean unas palabras que no he parado de decir en estos últimos
meses, porque sí, este proyecto me ha causado muchos bloqueos mentales en
muchas ocasiones, y no por la dificultad que suponía, si no que porque me lo he
tomado muy personal y le he dado mil vueltas a las cosas. Sentía que cada decisión
tomada era una enorme responsabilidad. De hecho, me atrevo a decir que es el
proyecto que más tiempo le he dedicado en lo que llevo de carrera, y no solo
trabajando, si no que aun intentando desconectar, aparecían cosas que me
recordaban al proyecto o otras que creía que me servirían como referencia.
En estos meses de trabajo he aprendido muchas cosas, entre ellas el proceso de proyectar. He aprendido que un proyecto no es solo trazar el programa del cliente, si no es informarse sobre el entorno, la historia que envuelve el lugar, incluso ir a exposiciones, es responder a la personalidad del que habita la casa, pensando en todo momento en cómo se sentiría más cómodo. Aunque realmente, lo que más he acabado aprendiendo es el saber cómo trabajo y cómo no debería hacerlo. Reconozco que debería de haberme esforzado más a seguir un trabajo más continuo y a no darle tantas vueltas a las cosas, porque tras la entrega siento que se me ha quedado un sabor agridulce.
Todo esto me ha llevado
a proyectar una casa que trata de recuperar la esencia de aquello que fue. Y
esto lo he querido llevar a cabo con detalles como la curva que se produce en una
de las fachadas, en la integración de parte de las preexistencias de la antigua
casa o en el patio que envuelve la palmera.
Siempre quise darle el
mayor valor a la palmera, primero pensé en crear visuales y recorridos, hasta
que finalmente decidí formar una secuencia desde la entrada. De esta forma, se
accede a la casa a través de un pequeño patio y lo primero que encontramos es
un bloque compacto de estancias privadas que acaban abriéndose a las zonas
comunes, que a su vez se abren al patio donde se sitúa la palmera. Un recorrido
en lo que lo último que ves es la palmera.
Por lo que respecta a la
materialidad, es el resultado de un paseo por el Cabanyal en el que decidí que quería
esencializar los materiales tradicionales. Con esto resolví las fachadas y algunas
de las paredes interiores mediante el ladrillo caravista, mientras que para las
carpinterías opté por la madera, y para las barandillas el hierro.
Y por último, no quería terminar
el blog sin mencionar algunas de las referencias que me han ayudado a resolver el
proyecto. Durante estos meses he visto infinidad de proyectos, de fotos de algún
espacio de una casa, de materiales, de detalles que veía a mi alrededor, etc.
Pero si tengo que nombrar algunas de ellas, me quedo con Coderch, del que me ha
fascinado el uso de la luz y las casas del barrio del Cabanyal como la rehabilitación
de la Casa Reina de Gradolí i Sanz o la Casa Rocafull de Paco Oria.
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